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Jesús respondió:

―Déjenla en paz. Ella estaba guardando este perfume para el día de mi entierro. A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.

Muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba allí y fueron a verlo; pero no sólo a él sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado.

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